Dakshinamurti es el aspecto de Shiva (suprema conciencia) que otorga el conocimiento más elevado disolviendo la ignorancia. Literalmente, Dakshina significa el que mira hacia el sur.
Cuenta la historia que los cuatro hijos sabios de Brahma caminaban por la tierra en busca de conocimiento espiritual cuando encontraron a Shiva sentado bajo un árbol, orientado hacia el sur, en absoluto silencio y con la mirada hacia el interior. Los cuatro se sentaron frente a él y sin que el maestro pronunciara palabra les transmitió el conocimiento que tanto buscaban.
En parte siento que esto es lo que pasa cuando nos sentamos en meditación. Entramos en contacto con esa otra parte de nosotros que es maestra. Y no hace falta nada especial. Tan sencillo (o no) como sentarnos en silencio y con la mirada hacia dentro para que el conocimiento nos sea revelado.
Pero recordar esta historia me llevó a contemplar también en los lugares donde yo busco y/o encuentro conocimiento. En mi caso las más grandes enseñanzas se me revelan en las experiencias que vivo en la vida cotidiana. También aprendo muchísimo de los textos filosóficos y en la tradición del Yoga. Mi propia práctica es una gran escuela. Las experiencias que viven algunos amigos expanden mi mente y siento que de alguna forma también enseñan mucho. Y cuando enseño Yoga, porque en realidad no sé muy bien quien enseña a quien ;)
Hay dos conceptos que me gusta mucho recordar. Uno es Jñana y se refiere al conocimiento adquirido y que podríamos darle el matiz de conocimiento teórico. El otro es Vijñana y se refiere al conocimiento experimental. Aquel conocimiento que viene directamente de la experiencia y que se transforma en sabiduría. No sirve de mucho almacenar contenidos, por muy valiosos que sean si no se practican. ¿De qué me sirve llenar mi mente con libros y libros de autoayuda, leer mil doscientas veces la Bhagavad Gita y saber cómo se crea el circuito de los riñones si esa enseñanza no la integro y después no la aplico en mi vida?
Y a veces me veo en estas. Saltando de un lugar a otro, ávida de recoger enseñanzas, de un curso a otro, de una experiencia a otra, sin dejar un tiempo ni un espacio rico en el que se integre y se filtre todo lo recogido. Y es cuando llego a este punto cuando aparece de nuevo la primera enseñanza de la historia de Dakshinamurti: querida, siéntate en silencio y mira hacia dentro y el conocimiento será revelado. Y repite esto último todos los días de tu vida. Con gusto.
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